MUSEOS DE CIENCIAS NATURALES Y DE HISTORIA NATURAL EN BOLIVIA

MARÍA ROSARIO CARRASCO PATZI


Dios, en el principio, creó los cielos y la tierra. La tierra era un caos total, las tinieblas cubrían el abismo, y el Espíritu de Dios iba y venía sobre la superficie de las aguas. Génesis 1:1-2

¡Ay del que contiende contra su Hacedor! ¡Ay del que no es más que un tiesto entre los tiestos de la tierra! ¿Acaso el barro le reclama al alfarero? «¡Fíjate en lo que haces! ¡Tu vasija no tiene agarraderas!» Isaías 45:9

Nosotros los seres humanos somos simplemente mayordomos del Señor. Un mayordomo es un administrador y cuidador de los bienes de otro. Somos mayordomos de la naturaleza, porque todo cuanto vemos y tenemos, el medio ambiente y sus recursos naturales, tiene un dueño. La tierra no le pertenece al gobierno ni a alguna comunidad nativa. Tampoco es de quien posee cierto “título de propiedad”. La tierra, los ecosistemas, el planeta, el universo entero le pertenece a Dios, por “derechos de autor”. Él la ha creado y él la sustenta. El salmista bíblico declara: “De Dios es la tierra y su plenitud. El mundo, y los que en él habitan.” (Salmo 24:1)

No nos ha dado Dios el mundo y sus recursos para explotarlos sin medida. No son una fuente para satisfacer la avaricia. No estamos aquí para sólo disfrutar de la naturaleza y sus beneficios sin cumplir con los debidos compromisos. Todo lo que somos y tenemos nos ha sido dado para usarlo con responsabilidad, para lo justo, lo bueno, lo que realmente es provechoso. No tenemos la vida, las fuerzas, la inteligencia y los recursos para hacer lo malo, para actuar injustamente, con egoísmo, sin pensar en los demás, y olvidarnos del bienestar de las generaciones futuras. Somos mayordomos y Dios espera que cumplamos bien con nuestro trabajo. Aún con pequeñas acciones, como evitar tirar la basura a la calle ó a los ríos, ya estamos inculcando en nuestros hijos el cuidado del medio ambiente. Cuando evitamos que el agua potable se desperdicie y el foco de luz quede encendido sin motivo; no sólo "ahorramos" recursos, sino también enseñamos a los niños a ser buenos mayordomos. Luego, en años futuros, cuando ellos sean adultos, tendrán una ÉTICA AMBIENTAL, sabrán respetar a Dios, la naturaleza y sus recursos. En consecuencia, es hora de que nos arrepintamos de todo lo malo y el ataque que hemos hecho contra su bella creación y también es hora de ser agradecidos por todo.
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